Los sábados al igual que los partidos de fútbol tienen algo de especial. Transcurren en dos partes, en las que normalmente hay que ir introduciendo algún que otro cambio si se quiere acabar con una victoria y a veces el aplauso del público.
Mi sábado se estaba asimilando mucho al Atleti contra el Osasuna que estaba viendo con Was. Un partido en el que por mucho que se intentaba marcar gol con centros laterales, lo único que se conseguía era un tenue y animado “uy”. Casi el mismo que se producía cuando intentaba montar un plan de tarde.
Como al Atleti le gusta hacerme sufrir, tuvo por bien retrasar mi alegría hasta el descuento, donde un tal Felipe recuperó una tradición perdida, gol de cabeza en un córner.
Con la alegría en el cuerpo y aún procesando la victoria me acerqué a saludar a mis queridos Pablo y Leti. Mi segunda parte estaba siendo algo aburrida, hasta que apareció Mato, quien como Felipe logró que mi sábado acabase con un gol en el descuento. Poco más de una hora después estaba en el suelo de casa de Mato bailando Dios sabe qué con Coro, Leti y Helsinki.
Entre una cosa y otra fuimos alternando vicios con confesiones. En un momento dado tuve que pedir a Pela y Leti que me rescataran de mi conversación. Una mujer intentaba vender una moto que no quería comprar, como ayer Budimir con Vrsaljko.
Después de los tradicionales besos y los “nos vemos pronto” pretendía huir a casa, pero Fer se subió en mi moto obligándome a peregrinar a Juan Bravo donde todos pretendían portarse mal. Tuve un fugaz encuentro con mi amigo milanés, que acabó cuando ante el panorama de aquella calle me despedí de todos los que me habían visto “bailar”. Me acuerdo que esbocé un “cuidadme a Fer” que a los pocos segundos estaba subiéndose a su propia grada como si fuera Felipe marcando el gol de la victoria.
Qué bonito es vivir un sábado con gol en el descuento, y más aún cuando lo marcas rodeado de una afición que desde Biarritz te acoge cada día.
Sábado 20 de noviembre de 2021
Madrid
Recuerdos con contexto 099
