Dos veces he soñado,
con salir en mi epitafio,
morir y ver vencer la sombra de mi patio,
acudir a la salida de los vivos de este barrio.
Alguna de las veces, juré sentir algo,
una voz tenue y dulce, siempre a mi lado,
hablaba a escondidas, de los caídos,
del presente y del pasado.
Corría por los campos grises de mi tumba,
una luz de raíz profunda,
acompañaba el tono dulce,
de la estrofa previa,
y cada poco destellaba.
Dos veces he soñado,
saber lo que aquí dejaba,
entender las estaciones,
que tantas veces creía saber,
o ver el tren cambiar de vía.
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