Me hace gracia cuando me acuerdo de muchos días y los cafés que he tomado. La verdad es que aún me cuesta recordar determinadas terrazas, o las gentes que por ahí pasaban, desde luego lo que aún si recuerdo es un determinado café.
En mi día día en Madrid pierdo la espontaneidad de las terrazas, suelo tomarme un par de espressos en casa y con suerte algún otro por donde pase andando. Por eso, en mi rutina los recuerdos de los cafés están bastante limitados.
Esta mañana, con un día aparentemente interminable me he tomado un café en casa con vistas a Estocolmo. Me ha recordado a esos primeros días de cuarentena donde hacías compañía a cualquier amigo para que no se tomase una copa solo en su casa un martes por la noche.
Son las siete y pico de la tarde y aún tengo que recoger a Alfonso, esperar a que se duche e ir corriendo a Casa Juan a disfrutar de la compañía de una medalla olímpica que al final no pudo ser.
Ha sido un día extremadamente largo con una compra kilométrica de por medio. Pero por fin me he tomado un café como aquellos de verano de los que tanto cariño guardo.
Martes 7 de septiembre de 2021.
Madrid
Recuerdos con contexto 025
