Una noche más,
apago la luz algo asustado,
entre lágrimas y cabizbajo,
ojalá los dominios de Morfeo hagan su trabajo,
ojalá los dioses griegos lo previo,
aunque la verdad es que,
como dijo otro sabio,
la razón ha sido elevada
destronando a los dioses,
han caído y muerto,
permitiendo que lo propio
imperfectamente perfecto
sea fumado como opio.
He dado muchas vueltas a esta última poesía, ya van doscientos poemas y aún no sé de lírica. Me planteo si es lo mío, las rimas sin salida ya van miles de versos y aún no se improvisan. Son historias
Cuando era más joven, por no decir pequeño un músico maño, me enseñó el fuego, me dijo, “oye Lazarillo, tú tan cafetero, prueba esto, dame dos de limón, camarero” Probé aquella pócima, como si fuera v
En el libro anterior, sentía vértigo, me daba pavor llegar al final, no quería poner puntos sin más. Ahora que escribo, con algo más de estilo, que al menos entiendo las rimas que digo, me parece curi
